Al Trabajador



Con sol, lluvia, viento y frio,
Salen los saldados del arado,
A ganarse el pan de cada día.
Manos que son espinas, o suaves,
Todos son terciopelo en un abrazo.
Brillan sus ojos, cálidos,
Con ansias se suben al andén del tren imaginario,
Nunca reniega de sus salario, porque a veces
Se convierten en magos
Y hacen que les alcance hasta llegar a fin de mes.
No hay resfríos para ellos, ni dolores en su espalda,
Ni lamentos, ni lagrimas, si hay esperanzas
Con sus tierras, que la cosecha sea buena,
Que nos perdone la piedra, que hoy el sol nos bañe
Con su saquito de pobre.
Tener trabajo los eleva al estandarte más alto,
Porque a ellos los dignifique el trabajo
Y siguiendo el ejemplo de nuestros queridos padres,
Así continúan, disfrutando cada día
De ese sol que los acompaña
Hasta que se pierde en la montaña.

Surcos que riegan las cepas
De uva dulce y cristalinas,
Manos agrietadas y afanosas,
Porque su sudor se confunde en esas grietas
Que agradece su labor.
De todos los rincones salen,
Con su pico, con su pala o en las fabricas
De mameluco gastados, con señales en sus caras
De sol y vientos fundidos.
Grandes trabajadores del sueño,
Haciendo honor a su raza,
Repican las campanas por ellos que no descansan.
Salud para ellos pido
Y el trabajo no les falte.

Autora: Carmen Leiva

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